Las empresas familiares constituyen el corazón de la economía latinoamericana, uniendo la tradición de emprendimiento con la singularidad de los lazos familiares. En este contexto, la Orientación Emprendedora Familiar (OEF) emerge como una guía, tanto en la exploración de avenidas de crecimiento como en la optimización de los procesos existentes.
La OEF, según Zellweger et al. (2012), se refiere a la mentalidad y actitudes de las familias hacia la actividad emprendedora. Este enfoque no solo impulsa la innovación y el crecimiento, sino que también permite a las familias empresarias operar con una ventaja distintiva. La familia, con sus valores únicos y su compromiso a largo plazo, facilita un ambiente donde la exploración de nuevas oportunidades se realiza paralelamente a la explotación eficiente de los procesos actuales (Webb et al., 2010).
En el ámbito latinoamericano, donde los valores familiares y empresariales están profundamente entrelazados, las dimensiones propuestas por Webb et al. (2010), identidad, justicia, nepotismo y conflicto adquieren un significado especial. La identidad familiar, por ejemplo, no solo moldea la cultura corporativa, sino que también infunde un sentido de propósito y pertenencia entre los miembros de la empresa. Esta cohesión se traduce en un fuerte enfoque en el rendimiento y en el apoyo social dentro de la organización (Stubner et al., 2012).
Las empresas familiares a menudo priorizan metas que trascienden la mera rentabilidad financiera (Astrachan y Jaskiewicz, 2008). Esta orientación hacia objetivos de largo plazo no solo fortalece la sostenibilidad del negocio, sino que también contribuye a la unión de la propia familia (Lumpkin y Brigham, 2011). También se ha comprobado que la OEF se correlaciona de manera diferente en las empresas familiares, dependiendo de la generación a cargo y, generalmente, es más fuerte en la segunda generación (Cruz y Nordqvist, 2012). Esto quiere decir que las nuevas generaciones pueden llegar a entender mejor la importancia de la OEF para fomentar el emprendimiento de los integrantes de la familia.
Conocer el nivel de la OEF permite a las empresas familiares prepararse para explorar futuras oportunidades de negocio y mantener la eficiencia en sus procesos actuales. A esta capacidad de operar con un pie en el presente y otro en el futuro, se le conoce como ‘ambidestreza organizacional’ (Stubner et al., 2012).
La ambidestreza organizacional se refiere a la capacidad para equilibrar y aplicar de manera efectiva dos modos operativos distintos pero complementarios: la exploración y la explotación. En el contexto de las empresas familiares, esto significa que pueden innovar y adaptarse a cambios (exploración incluye actividades como la búsqueda de nuevas oportunidades, la experimentación, la toma de riesgos y la innovación), mientras optimizan y mejoran sus procesos y recursos existentes (explotación, esto es, mejorar la eficiencia de la producción o fortalecer las relaciones con los clientes y proveedores actuales).
La ambidestreza organizacional es particularmente relevante para las empresas familiares debido a su tendencia a valorar tanto la tradición como la innovación. La familia empresaria tiene una posición única para aprovechar su conocimiento profundo del negocio y su compromiso a largo plazo con la empresa. La influencia positiva de la ambidestreza en el rendimiento de las empresas familiares se manifiesta de varias maneras:
- Resiliencia y adaptabilidad: al equilibrar la exploración y la explotación, las empresas familiares pueden ser más resilientes ante las disrupciones tecnológicas, asegurando su sostenibilidad a largo plazo.
- Innovación continua: la capacidad de explorar nuevas oportunidades permite a las empresas familiares renovarse, lo que puede conducir a la creación de nuevos productos, servicios o modelos de negocio.
- Eficiencia operativa: la atención a la explotación ayuda a asegurar que las operaciones existentes sean lo más eficientes y productivas posible, lo que contribuye a la estabilidad financiera y al rendimiento operativo.
Para los dueños de empresas familiares en Latinoamérica, cultivar una OEF implica no solo reconocer y valorar la singularidad de su contexto familiar y empresarial, sino también adoptar prácticas que promuevan la justicia, minimicen el nepotismo y gestionen eficazmente los conflictos. Fomentar un entorno que respalde tanto el rendimiento actual como nuevas iniciativas estratégicas será clave para desbloquear el potencial emprendedor inherente a las familias empresarias.
Legado y futuro
La OEF es más que una estrategia empresarial; es una celebración de la unidad familiar dentro del ámbito empresarial, una fusión que promete no solo el éxito empresarial, sino también la perpetuación de los valores familiares a través de generaciones. Las empresas familiares de nuestra región, armadas con una sólida OEF, que incluye la ambidestreza, estarán bien posicionadas para navegar por los desafíos del mañana, explorando nuevos horizontes con la confianza y el apoyo que solo una familia puede proporcionar.
Artículo originalmente publicado en la Revista LEGADO, edición abril 2024.
SOBRE EL AUTOR
Edgar Ramírez es Profesor-Investigador de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey.
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