¿Por qué algunas familias empresarias tienen éxito y otras no?, ¿cuál es el común denominador de sus éxitos o fracasos?, ¿existe una clave específica? La propiedad emocional de las familias empresarias, cuando se le presta la debida importancia, permite abrir puertas increíbles en conjunto como familia. Pero, ¿qué es exactamente lo que logra que ciertas familias perduren en el tiempo?
Cuando se logra un equilibrio saludable entre los objetivos financieros (dividendos y creación de valor), sociales (reputación ante la sociedad) y emocionales (experiencias compartidas), los integrantes de la familia forjan un capital emocional a partir de sus valores familiares, resolución de conflictos, compromiso, toma de decisiones y reglas implícitas y explícitas, el cual dota de cohesión y compromiso a largo plazo en las decisiones estratégicas.
Sin embargo, por parte de la familia, es fundamental conocer esta propiedad emocional, aceptarla y trabajarla conscientemente. Numerosas empresas han muerto por conflictos no resueltos, rivalidades, miedos, egos, envidias, rumores, desconfianzas, odios, rencores, etc. La familia que se compromete a trabajarlo y solucionarlo se distinguen de la que subestima e ignora estos sentimientos y conflictos subyacentes en sus núcleos.
Para evitar esto, primero, debe comenzarse por reconocer el debido valor de la propiedad emocional como fuerza generadora de éxito, normalizando temas de salud emocional a nivel personal y cohesión y respeto a nivel grupal, generando conversaciones sobre valores, confianza, perdón, apoyo, vulnerabilidad, emociones y tipos de personalidad.
Acto seguido, la familia debe aprender a construir y entrenarse en la obtención de herramientas de resolución de conflictos, conversaciones difíciles y compromiso responsable, al igual que saber pedir ayuda si se requiere apoyo de un externo. Lo anterior permite se pueda asegurar un foro periódico creando las estructuras adecuadas, como el consejo familiar o comités, asignando el tiempo y prioridad a las conversaciones necesarias y así promover la convivencia para construir experiencias compartidas.
Si estos pasos no son practicados e interiorizados día tras día, el capital emocional se atrofia, dificultando su desarrollo, su florecimiento, e impide que tome lugar un proceso de enamoramiento entre los miembros familiares. La familia o empresa perfecta no existe, pero sí existen las familias dispuestas a luchar tanto por sus dividendos económicos como los afectivos, generando así el enamoramiento necesario para cultivar la propiedad emocional.
Autora: Dunia Guzmán, Especialista en familias empresarias en Akator Consultores.
Artículo adaptado por Diego Torres
Lee la versión completa de este artículo en la Revista LEGADO, Núm. 3, abril 2021.