Para capitalizar lo anterior, es necesario aceptar dos realidades fundamentales con las que tenemos que vivir: la primera es que la familia es un activo para la empresa, y la segunda es que diariamente, queramos o no, vamos construyendo una reputación. En este artículo los invito a reflexionar sobre cómo queremos que estas dos premisas jueguen un rol estratégico para lograr el éxito. ¿Queremos que nuestra reputación nos ayude o nos estorbe?
La reputación es la opinión, idea o concepto que la gente tiene sobre una persona o una cosa. Es un valor intangible que se forja día tras día. Hablando de empresas familiares se vuelve aún más importante: una familia empresaria es un equipo de trabajo compartiendo intereses, sueños, objetivos y metas sobre las cuales todos tienen un impacto. ¿Cómo utilizarlo a nuestro favor?
La reputación es acción. Es fuerza motora que logra dar forma a sentimientos, pensamientos y, por ende, comportamientos. ¿Por qué es tan poderosa? Porque abre puertas, promueve relaciones duraderas, organiza estructuras de poder alrededor de una fuerza en común, genera confianza, integridad, lealtad y posicionamiento.Una empresa familiar con buena reputación prácticamente se promociona a sí misma.
Considerando el enfoque a largo plazo, característico de las empresas familiares, la reputación se convierte en un tema aún más crítico y sensible, pues con el paso de los años se vuelve un compromiso más fuerte. Su influencia arrastra por generaciones, y el objetivo debe ser siempre dejar un legado sano, palpable y congruente.
Las empresas familiares no pueden separar a la familia de la empresa como tal, pues sabemos que ambos sistemas están interrelacionados y la reputación de un sistema impacta al otro. Por lo anterior, es crucial invertir en construir una reputación positiva que aumente la confianza de los grupos de interés, eleve la lealtad hacia la marca y funcione como un imán con alta atracción hacia lograr los objetivos.
Está comprobado que las empresas familiares más longevas han buscado generar, no solo utilidades económicas, sino balancear las utilidades sociales y emocionales a la vez. ¿Cómo asegurarnos de ir por el camino correcto? A continuación presento tres pilares de acción estratégicos:
Persona
- “Walk the talk”. Es necesario que cada miembro sea un líder consciente, viva con valores alineados y tenga congruencia diaria entre lo que dice y lo que hace. Construir la reputación es tarea personal y la disciplina es requisito indispensable, pues es un camino permanente en constante evolución.
Familia empresaria
- Creación de un Consejo familiar, teniendo como objetivo desarrollar a la siguiente generación a la luz de la reputación que buscamos mantener y crear.
- Comunicación efectiva: La comunicación clara y honesta es esencial. Lo que hemos aprendido es que las familias que invierten tiempo, dinero y esfuerzo en elevar la confianza y el estilo de comunicación logran perdurar.
- Acuerdos claros y congruentes: Involucrar a los familiares, generando conversaciones para llegar a acuerdos y provocar lazos armónicos entre familia y empresa.
Sociedad
- Que la reputación se vea reflejada con estrategias sociales alineadas con lo que la familia y la empresa representan, generando acciones a través de su propia fundación o apoyando a alguna causa.
La construcción del legado está en nuestras manos. Como el empresario familiar colombiano, Alberto Carvajal, expresó orgullosamente sobre los valores de la familia: “¡…nuestro nombre es el activo más importante que poseemos!” Entonces, ¿queremos construir día tras día una reputación que nos ayude o estorbe?
Artículo publicado en la revista LEGADO, edición abril 2023
SOBRE LA AUTORA
Dunia Guzmán es profesora en la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey y consultora de la firma Akator.
Artículo resumido por Raquel Gaytán, LEI'25
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