En nuestro camino hacia el hecho de estar mejor preparados, financieramente hablando, seguro nos hemos encontrado con los elementos indispensables para tomar las mejores decisiones para invertir. En ocasiones, nos topamos con recomendaciones, consejos, pasos y basta bibliografía para apoyarnos para hacer inversiones más redituables. En esta ocasión me gustaría presentar una excelente opción de inversión a largo plazo, con altas tasas de rentabilidad, un riesgo excesivamente bajo y con la cual podemos decidir cuánto y cuándo invertir.
Invertir en las siguientes generaciones asegurará la continuidad del círculo virtuoso del desarrollo de cualquier familia, organización o economía. No sólo estaremos invirtiendo nuestros recursos de manera inteligente, sino que nos estaremos sumando al efecto multiplicador que la sustentabilidad promete. Por años, las familias empresarias han empleado este método de inversión y sus rendimientos se han consolidado como el motor de la economía de nuestro país y de otros países alrededor del mundo. Invertir en las siguientes generaciones asegura nuestra trascendencia y responde a la responsabilidad social que, poco a poco, va tomando protagonismo en nuestros planes personales y empresariales. Definitivamente, no conocemos el futuro, pero invertir en el desarrollo de los siguientes generadores de cambio tranquiliza la preocupación por nuestro patrimonio y por el futuro empresarial y profesional en México. La pregunta es: ¿Cómo planificamos dichas inversiones?
En primer lugar, es necesario definir qué tipo de recursos estamos dispuestos a otorgar a las siguientes generaciones. Como corresponsables del desarrollo de futuros líderes, queda a nuestra discreción qué queremos invertir y cuál es el mínimo necesario para asegurar un retorno de inversión atractivo y sustentable. ¿Cuál será nuestro enfoque principal?, ¿qué recursos consideramos que, desde nuestra trinchera, podemos invertir de mejor manera? Podemos optar por una inversión meramente monetaria, pero podemos pensar en invertir nuestro tiempo, nuestro conocimiento y nuestras habilidades. Probablemente tengamos experiencias y anécdotas que puedan ser transformadas en moneda de cambio con un valor impensable. Cualquiera de nosotros, en cualquier etapa de nuestra vida adulta, cuenta con capital líquido para invertir de manera inmediata.
Una vez acordada la divisa a utilizar para fondear nuestra inversión, el siguiente paso será encontrar el portafolio más adecuado para colocar dichos fondos, dependiendo de nuestra propia sofisticación y experiencia en invertir en las siguientes generaciones. ¿En qué etapa de mi vida me encuentro en este momento y en qué etapa de la vida de las siguientes generaciones tengo una mejor incidencia y podría encontrar un mejor rendimiento? ¿Será que tengo paciencia y cariño para apoyar e instruir a los más pequeños? o, ¿tengo la experiencia y recursos financieros para apoyar la carrera profesional de un joven a punto de entrar en una edad productiva? Las respuestas a estas preguntas nos darán una idea de los posibles plazos en los que se verán los resultados. No será lo mismo invertir en un profesionista, que en un adolescente con un futuro prometedor.
Por último, también es importante identificar cómo planeamos invertir nuestros recursos. Existen diversas maneras de invertir en las nuevas generaciones. Una de ellas es a través de mecanismos formales y no formales como programas educativos, cursos y capacitaciones, educación continua y ejecutiva, o cualquier tipo de formación creada deliberadamente para el desarrollo de competencias y capacidades. También podemos incluir mecanismos informales a la mezcla: Charlas profundas, sesiones o diálogos donde se construya conocimiento o se compartan experiencias, que siempre serán alternativas de alto valor y con grandes márgenes de rendimiento. Cualquier momento de intimidad intelectual tendrá un efecto multiplicador a lo largo del tiempo.
Seamos agresivos al momento de invertir en las siguientes generaciones y cosechemos los frutos que una inversión consciente y planificada guardan para el futuro. A fin de cuentas, con tan bajo riesgo y tan altos rendimientos esperados, ¿quién no está dispuesto a darlo todo por procurar, crecer y trascender un legado por generaciones? Asegurémonos de que nuestra lucha no fue en vano y que habrá sucesores con capital intelectual, moral, social y financiero, capaces de tomar la estafeta y continuar dirigiendo el tejido empresarial de nuestro país.
¿Cuándo es el mejor momento para planificar nuestra inversión en las siguientes generaciones? Si has leído esta columna con interés y con expectativas para el futuro, entonces hoy es el momento.
Francisco Malagón es Líder de Iniciativas Estratégicas del Instituto de Familias Empresarias para México y Latinoamérica del Tecnológico de Monterrey.
Artículo publicado en El Financiero.