Cuando el espíritu del emprendimiento social se une a la filantropía, surge el intraemprendimiento social: iniciativas internas que movilizan talento y recursos empresariales para crear soluciones sostenibles a desafíos sociales y comunitarios.
Los desafíos sociales actuales presentan una complejidad sin precedentes que exige soluciones innovadoras y colaborativas. Tradicionalmente, la responsabilidad de abordar estos problemas recaía principalmente en el gobierno; sin embargo, la creciente pérdida de confianza en las instituciones públicas, sumada a casos de corrupción y agendas políticas contradictorias, ha llevado a que el sector empresarial asuma progresivamente un rol más activo. Esta transición ha generado una tensión productiva entre los objetivos comerciales y sociales de las empresas, impulsando la creación de estructuras especializadas como departamentos de responsabilidad social empresarial (RSE) y fundaciones corporativas. Estos mecanismos buscan establecer diálogos significativos con las comunidades para abordar problemáticas sociales específicas, alineando las inversiones sociales con el núcleo del negocio.
No obstante, los avances siguen siendo insuficientes, incluso considerando los ambiciosos esfuerzos de organismos internacionales como la ONU con sus Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030. Este escenario demanda la participación de más actores, incluyendo startups sociales, organizaciones de la sociedad civil y, especialmente, el capital humano interno de las empresas.
Los empleados representan un recurso estratégico subutilizado, cada vez más la fuerza laboral global muestra características de emprendedores sociales. Este potencial, cuando se canaliza a través del intraemprendimiento social –iniciativas de impacto desarrolladas desde dentro de las organizaciones– puede convertirse en una poderosa palanca para escalar soluciones innovadoras, aprovechando tanto los recursos corporativos como el conocimiento tácito de los colaboradores.
Para implementar con éxito el intraemprendimiento social, las empresas familiares pueden seguir varias estrategias clave. Primero, es fundamental establecer diálogos participativos con todos los grupos de interés, incluyendo empleados, comunidades y familiares, para identificar retos sociales alineados con el negocio. Este proceso debe ser inclusivo y sistemático, permitiendo que surjan ideas desde todos los niveles de la organización. Segundo, se debe realizar una selección estratégica de causas, priorizando aquellos problemas donde la empresa tenga recursos y capacidades para generar un impacto tangible. Tercero, es crucial establecer sistemas de incentivos claros, como los que implementa CEMEX en su programa de voluntariado “Manos a la Obra”, que incluyen desde días libres remunerados que son donados a diversas causas a través de este programa. Cuarto, es fundamental desarrollar un sistema integral de gestión que facilite todo el ciclo de innovación social. Esto implica crear canales de comunicación accesibles donde los colaboradores puedan proponer soluciones, establecer criterios claros de evaluación que alineen las ideas con los objetivos sociales y empresariales, diseñar metodologías ágiles de ejecución con los recursos necesarios, e implementar mecanismos de monitoreo continuo que midan tanto el impacto social como la viabilidad operativa. Por ejemplo, CEMEX creó el programa “Growing Platform” para proveer los fondos necesarios para el intraemprendimiento social, desarrollar competencias en los colaboradores y favorecer el networking. Igualmente, es importante garantizar autonomía a los intraemprendedores sociales, estableciendo límites claros para no descuidar sus responsabilidades laborales principales. El bienestar emocional de estos colaboradores es otro aspecto crítico, requiriendo sistemas de apoyo psicológico y equilibrio vida-trabajo.
Empresas familiares mexicanas multinacionales, como CEMEX, demuestran cómo la integración estratégica del intraemprendimiento social con la filantropía tradicional puede ampliar el impacto social mientras se prepara al negocio para los desafíos del futuro. Este caso muestra que cuando los empleados se empoderan como agentes de cambio, pueden generar soluciones innovadoras y más adaptadas a las realidades locales que los enfoques tradicionales de RSE.
Los beneficios de este enfoque son múltiples y tangibles. En el ámbito de talento, el 86% de los milenials prefieren trabajar en empresas con propósito claro (Deloitte, 2023). Este aspecto es particularmente relevante para las empresas familiares que buscan atraer y retener a las nuevas generaciones de profesionales.
En el intraemprendimiento social, la innovación social puede derivar en nuevos modelos de negocio inesperados, como ha ocurrido con varias empresas que transformaron sus proyectos sociales en líneas de negocio sostenibles. Y en reputación, fortalece la legitimidad ante consumidores y reguladores, especialmente importante en contextos donde la confianza en las instituciones públicas y empresariales está en duda.
La innovación social corporativa ha dejado de ser un gasto marginal para convertirse en una inversión estratégica clave. En un mundo donde los consumidores y empleados valoran cada vez más el propósito, las empresas familiares que logren activar el potencial de sus colaboradores como intraemprendedores sociales estarán mejor posicionadas con innovaciones sociales para los desafíos del futuro. El siguiente paso para estas organizaciones es institucionalizar estos procesos, creando estructuras y sistemas que permitan escalar el impacto sin perder agilidad. La pregunta relevante ya no es si deben involucrarse, sino cómo pueden hacerlo de la manera más estratégica y efectiva posible, transformando así su capital humano en un motor de cambio social y empresarial simultáneo.
Artículo originalmente publicado en la Revista LEGADO, edición agosto 2025
SOBRE EL AUTOR
Jairo Orozco es Profesor del Departamento de Emprendimiento e Innovación Tecnológica en EGADE Business School, especializado en emprendimiento corporativo e innovación.
jairo.orozco@tec.mx