La comunicación efectiva promueve un proceso de sucesión armonioso, sin embargo, existen diversos retos y actividades a poner en práctica con el fin de fortalecerla.
En la experiencia de acompañamiento a familias empresarias en sus desafíos de transición hacia la siguiente generación, hay una palabra que de solo nombrarla suele producir incomodidad en los integrantes de la familia, esa palabra es sucesión.
En efecto, la sucesión tiene la capacidad de remecer los cimientos de la empresa familiar, así como remover sentimientos y emociones de los integrantes de la familia empresaria. En primer lugar, para quien ha liderado la empresa familiar por muchos años y ha sido arquitecto de su crecimiento y éxito, la sucesión trae aparejada muchas interrogantes asociadas a la empresa, el sucesor o sucesora, la familia y por último el mismo.
Algunas preguntas relativas a la empresa son: ¿Logrará ser exitosa la empresa en el futuro? ¿Están dadas las condiciones en la solidez en términos competitivos y financieros para enfrentar la transición en mi ausencia? Respecto al sucesor o sucesora, ¿tiene las competencias y experiencia suficiente para asumir el desafío? ¿Está realmente dispuesto y motivado?
En términos de la familia, ¿cuál será el impacto de mi salida de la empresa en el resto de los integrantes de la familia? ¿Será posible seguir aportando financieramente a cada uno de los accionistas según sus expectativas? Y, finalmente a él mismo, ¿cómo será mi futuro luego del traspaso? ¿Contaré con los recursos financieros para asegurar mis necesidades personales en especial cuando tenga una edad avanzada? ¿Qué haré con mi tiempo libre? ¿Quién será el responsable de promover el legado empresarial?
Por su parte, el o la sucesora ―en particular si es un integrante de la familia― también enfrenta múltiples interrogantes vinculadas al desafío de la sucesión. ¿Quiero seguir los pasos del actual líder empresarial? ¿Debo hacerlo? ¿Cuento con las competencias y experiencia suficiente para abordar este desafío? ¿Estoy dispuesto a sacrificar mi vida personal por la empresa? ¿Lograré algún día el nivel de conocimiento, capacidad y liderazgo de mi predecesor?
Y las preguntas no terminan aquí, también existen múltiples interrogantes entre los demás integrantes de la familia, el o la cónyuge del líder incumbente, los otros hijos e hijas que no están en la línea de sucesión de la empresa, ya sea que trabajen o no en la empresa y los cónyuges o parejas de los demás accionistas familiares.
Tal como señalan Christina Wing y Rohit K. Gera (2020), la frase empresa familiar se compone de dos palabras de naturaleza muy diferente: familia, que evoca sentimientos cálidos de amor, alegría y apoyo, y empresa, que se suele relacionar con dinero, ganancias, impacto e indicadores. No es de extrañar que, al intentar integrar dos conceptos de naturaleza tan diversa, en el proceso de sucesión se levanten desavenencias y disputas.
Estas tensiones que a menudo emergen en la sucesión pueden ser explicadas en términos simples por la existencia de diferentes grupos de interés, siendo los protagonistas los integrantes de la familia, cada uno de ellos enfrentando esta etapa con diversos criterios respecto a la familia y el negocio, y diferentes horizontes para el análisis, algunos con una mirada más de corto plazo, y otros de más largo plazo. Estos integrantes de la familia, cada uno cuenta además con sus propias experiencias de vida, creencias, temores y expectativas.
Para enfrentar este proceso de naturaleza compleja, a menudo se reconoce la importancia de la comunicación entre los integrantes de la familia. Sin embargo, a pesar de que muchos lo saben, al intentar ponerla en práctica, en más de una ocasión se encuentran entrampados en conversaciones repetitivas que escalan hacia el conflicto y que califican como inconducentes y frustrantes. Una razón para explicar este círculo vicioso de la comunicación, puede atribuirse a que este concepto se asocia con mucha más frecuencia a lo que se dice o quien lo dice; es decir, al mensaje o el emisor. En efecto, con frecuencia quien está escuchando un argumento está más concentrado en preparar su contrargumento, o contar su propia experiencia en una situación similar, en lugar de abrirse a la lógica de la otra persona.
La propuesta para una comunicación efectiva se basa en desarrollar una actitud de escucha activa, la cual involucra disponerse físicamente para centrar la atención en el otro, respirar profundo (¡Sí!, respirar profundo), intentar detener los pensamientos personales para abrir los sentidos y comprender el argumento del otro. Luego, indagar haciendo más preguntas para comprender de mejor forma su lógica, en lugar de hacer juicios o suposiciones basadas en las palabras escuchadas, para finalmente siempre intentar reconocer qué hay de valioso en lo escuchado.
En resumen, son solo tres pasos para lograr una comunicación efectiva: escuchar, indagar y valorar. Su práctica continua y sistemática pueden ser una llave poderosa para abrir nuevos espacios al diálogo, fortalecer una comunicación más efectiva y afectiva en la familia empresaria, abordar con apertura y respeto las interrogantes de sus miembros, fortalecer sus vínculos y sostener un proceso de sucesión fluido y exitoso para la familia y el negocio.
Artículo originalmente publicado en la Revista LEGADO, edición abril 2025
Sobre la autora:
Francisca Sinn es Profesora e Investigadora de la Universidad Adolfo Ibañez.
francisca.sinn@uai.cl
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