Las empresas, como las familias, están dotadas de jerarquías. Cuántas veces no hemos escuchado al directivo o directiva, a la madre o al padre decir: "No hay opción, lo que te pido que hagas es..."
Recuerdo una conversación que tuve con don Gerardo Lanzagorta. Estábamos en la sala de juntas de su oficina y me mostraba con orgullo los cuadros colgados de los patriarcas de dos generaciones anteriores de Lanzagortas.
Luego me explicó: “Alguien debe mandar y otro obedecer, alguien debe pensar y otro hacer, si no todo sería un caos y no cumpliríamos los objetivos” De inmediato identifiqué la lógica mecanicista de la eficiencia, el orden y el control. De ahí vendrá la utilidad de los organigramas y los árboles genealógicos.
Por la tarde, regresé a la universidad y seguía pensando si siempre debían ser las cosas como me las había dicho Don Gerardo. De pronto, una alumna de mi clase levantó la mano y me preguntó: "¿Cómo puedo ser creativa en la empresa familiar si mi papá no me deja?" Me llegó entonces un rayo de luz y pude ver el fondo del asunto: las estructuras jerárquicas no siempre funcionan. Dependen del tipo de objetivo que se quiera lograr.
Con esto podemos deducir que la estructura será adaptable de acuerdo a la fuerza de nuestra diferencias, es posible integrar a las nuevas generaciones con las anteriores, pero para esto es necesario crear espacios para conversar y tener diálogos profundos. A usted: ¿En cuál lógica le gustaría vivir?
Autor original: Fernando Sandoval Arzaga, Director Asociado del Instituto de Familias Empresarias del Tecnológico de Monterrey
Artículo adaptado por Martha Figueroa
Lee la versión completa de este artículo en la Revista LEGADO, Núm 1, agosto 2020.