La definición de éxito varía según las características, experiencias y aspiraciones de cada persona. Si bien, en el ámbito empresarial es relativamente fácil identificar los parámetros que determinan el éxito de una empresa, en temas familiares llegar a un acuerdo con respecto a la definición de éxito requiere comunicación, entendimiento y una visión compartida de futuro.
Cuando hablamos del plan de sucesión (proceso que se ve en todos los tipos de empresas) debemos ubicarlo como un proceso continuo de planeación y no como un evento que va a ocurrir en algún momento. Este proceso de planeación inicia con la definición del futuro con respecto al presente que estamos viviendo, por lo que hay que tener un objetivo y una clara definición de éxito para poder trabajar en esa dirección.
Teniendo esto en cuenta, la sucesión trabaja de la mano con la propiedad emocional generando en la familia una cultura de planeación en donde aquellos que tomarán las riendas del negocio no sólo tienen cualidades, competencias y conocimientos, sino que también tienen ese especial afecto, apego y compromiso hacia la empresa inculcados desde a muy temprana edad.
Cada uno de estos valores y comportamientos generarán en las nuevas generaciones destrezas y habilidades que en conjunto con la inteligencia emocional los ayudarán a conducirse de manera adecuada, a construir buenas relaciones dentro y fuera de la familia, respetar a los colaboradores de la empresa, tenerle cariño al negocio familiar, así como a estar conscientes de la responsabilidad y entrega que conlleva el manejo de una empresa.
Todo esto, generará una adecuada evolución de los líderes y del negocio en sí, lo cual podría definirse como éxito, logro de un objetivo de largo plazo o armonía familiar y empresarial.
En conclusión, son muchos los factores de éxito que llevan a una familia empresaria a sentir esta realización por construir un legado; por eso, debemos trabajar de manera intencional con responsabilidad, entrega y compromiso con la familia y con la empresa.