La palabra legado significa: “Aquello que se deja o transmite a los sucesores, sea cosa material o inmaterial”, según se lee en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Es una palabra que nos encontramos en la mayoría de los textos que hablan sobre empresas familiares. Una y otra vez se repite que lo importante es dejar un legado. Pero ¿cómo se vive el legado?
Un sucesor de una empresa familiar me decía que sentía un gran peso en su espalda, como el “Pípila”, que cargaba una gran piedra, por mantener el legado familiar. Otro me comentó: “Prefiero desligarme de la empresa familiar y renunciar antes que mantener un legado que yo no construí y no es mío.” Y recuerdo a una sucesora que decía: “Mi gran sueño es acrecentar el maravilloso legado que nos dejaron los fundadores”.
Lo que se recibe cuando nos dejan un legado son tres cosas: un legado biológico, es decir la descendencia, la geanealogía, soy hijo u hija de “fulanito de tal” y de este no podemos escapar; un legado material, los activos financieros, el portafolio de inversiones, la empresa, la casa familiar, los libros, etc.; y un legado social, la historia de la familia, los comportamientos y la ética, la contribución a la sociedad.
De la orientación que haya tenido la generación anterior, la que entrega el legado, influye en la manera en que lo vivo. Esto significa que si hubo una orientación solamente hacia el legado material, es probable que los sucesores piensen que lo único importante sean los factores económicos y financieros, esto no es necesariamente malo pero puede dar el mensaje equivocado que quien se quede con el mismo (de los sucesores) habrá ganado la partida lo que puede alimentar el conflicto. En cambio si la orientación no es solo hacia un legado material sino fundamentalmente social, los sucesores tienden a identificarse con el propósito con el que se ha construido este legado, lo que provoca en ellos un compromiso y un gusto por seguir trabajando por este.
De la forma en que recibo el legado es la manera en que lo vivo. No basta con la orientación que hizo la generación anterior, sino fundamentalmente la forma en que los sucesores reciben el legado. El filósofo Fernando Savater dice: “lo importante no es lo que nos pasa, sino lo que hacemos con lo que nos pasa”. Si pienso que por el simple hecho de heredar un legado este se mantendrá sin hacerme responsable de él, seguramente se irá terminando. Si recibir el legado significa un alejamiento de mis propósitos en la vida, entonces será una carga. Si por por el contrario, recibo el legado como una oportunidad para construir mi propio legado como generación desde una visión fresca e innovadora, seguramente trabajaré para acrecentarlo. Usted, ¿cómo prefiere recibir su legado y que orientación quiere darle?
Lee el artículo completo en la Revista LEGADO edición agosto 2022.