En días recientes me enteré, casi por accidente, de la muerte de un hombre generoso a quien tuve la fortuna de conocer hace más de 15 años, cuando iniciaba a interesarme y a aprender de todo lo que encierra la dinámica de una empresa familiar. Por supuesto que la noticia me generó un sentimiento de tristeza, pero también me provocó una necesidad de escribir estas líneas para rendirle un tributo de respeto y admiración a quien con su liderazgo, bondad y sabiduría, supo construir un legado para futuras generaciones.
A la edad de 85 años, Don Jorge era un ciudadano ejemplar, esposo, padre y abuelo excepcional, un ser humano espiritual y un gran líder empresarial con visión de gran alcance y trascendencia. Murió a consecuencia de un infarto al miocardio el pasado 19 de junio del 2020, dejando un legado como testimonio de su historia vivida con rectitud, honorabilidad, amor a la familia, a Dios y al trabajo.
Cuando tuve la oportunidad de conocer a Don Jorge, conversamos largos ratos, siempre me inspiró respeto y gran admiración; su experiencia de vida y entendimiento de los negocios hacían que de cada historia compartida aprendiera yo algo de liderazgo en la familia empresaria. Al pasar del tiempo, sigo recordando esos encuentros y en cada ocasión redescubro sus enseñanzas para construir sabiduría.
Me enteré de su partida al restablecer comunicación con su hijo Jorge, también de una gran calidad humana y liderazgo empresarial. Conversamos por más de una hora, y me di cuenta de que la tarea estaba cumplida por parte de quien hoy no está con nosotros. Don Jorge supo en cada gesto, en cada acción, atravesar el camino hacia la plenitud. Decidió sembrar, cuidar, cultivar y disfrutar del florecimiento de su familia. Como me compartió su hijo Jorge: “la vida de mi padre ha quedado en un libro, un libro al que podemos nombrar en su honor LEGADO DE SABIDURÍA”.