Recuerdo una conversación que tuve con don Gerardo Lanzagorta. Estábamos en la sala de juntas de su oficina y me mostraba con orgullo los cuadros colgados de los patriarcas de dos generaciones anteriores de Lanzagortas. Luego me explicó: “Alguien debe mandar y otro obedecer, alguien debe pensar y otro hacer, si no todo sería un caos y no cumpliríamos los objetivos”. De inmediato identifiqué la lógica mecanicista que persigue los objetivos de la eficiencia, el orden y el control. De ahí vendrá la utilidad de los organigramas y los árboles genealógicos.
Por la tarde, regresé a la universidad y seguía pensando si siempre debían ser las cosas como me las había dicho don Gerardo. De pronto, una alumna de mi clase de empresas familiares, Constanza, levantó la mano y me preguntó: “¿Cómo puedo ser creativa en la empresa familiar si mi papá no me deja?” Me llegó entonces un rayo de luz y pude ver el fondo del asunto: las estructuras jerárquicas no siempre funcionan. Dependen del tipo de objetivo que se quiera lograr.
Las familias, como las empresas, deben dotarse de democracia. Si los objetivos son la innovación, el aprendizaje y la libertad, hay que propiciar la lógica de la creatividad. Árboles genealógicos y organigramas planos, abiertos, flexibles o invertidos. Ello requiere cambiar la forma de pensar, construir puentes de comunicación y mucha imaginación.
Estás lógicas, la mecanicista y la creativa, construyen con el tiempo modelos mentales, formas de pensar y ver el mundo en las personas. En las familias empresarias puede haber hermanos o una madre y un hijo que comparten una lógica, pero no la otra. Por ejemplo, don Gerardo Lanzagorta ve el mundo con los lentes mecanicistas y exige eficiencia y orden, sin embargo, «su hija Constanza» los ve con los lentes de la creatividad y pide oportunidades para innovar y crear nuevas formas de trabajar. Esto puede ser fuente de conflicto entre Don Gerardo y Constanza y en general en las familias empresarias. ¿Cómo las familias empresarias pueden superar esta situación?
Primero, siendo consciente. Es decir, dándose cuenta cuál es la lógica que impera en mí y sobresale de la otra. Si siempre quiero alcanzar mis metas desde la lógica mecanicista nunca innovaré o me arriesgaré para implementar nuevas formas de hacer las cosas, si por el contrario siempre actúo desde la lógica de la creatividad es probable que nunca alcance a consolidar una iniciativa nueva o alcance los beneficios esperados de manera eficiente. Debo darme cuenta de mi lógica preponderante y abrirme a quien me muestra la otra y mi decisión, seguramente, se verá enriquecida.
Segundo, entendiendo la situación. Si me enfrento a un contexto en el que hay poca incertidumbre y las cosas no cambian de manera constante, me conviene aplicar la lógica mecanicista. Por ejemplo, si me muevo en una industria estable y madura, como la maquila de productos, no necesariamente debo empecinarme en innovar sino en ser lo más eficiente posible para alcanzar los mayores beneficios. Debo entonces comprender el contexto en el que me muevo y aplicar la lógica que me dará los mejores resultados.
Tercero, aprendiendo a manejar las diferencias. Más allá de que una forma de ver mundo me aleje de la otra debo acercarme a ella porque me complementa. ¿Cuántas veces no hemos visto a familias empresarias exitosas porque hay hermanos que son capaces de combinar sus habilidades dispares. Salvador en la dirección contable buscando la eficiencia y el control y Lucia en la dirección de nuevos mercados abriendo fronteras con soluciones creativas. Encontrar el lugar en el que mejor me desempeño y reconocer al otro en las habilidades que tiene y darle su lugar, son condiciones indispensables para saber manejar las diferencias.
Si don Gerardo y Constanza abren su mente, encuentran su lugar y se reconocen, seguramente sabrán manejar sus diferencias, ser conscientes y entender la situación. Constanza reconociendo y agradeciendo que su papá cuida y maneja el patrimonio de manera eficiente y don Gerardo permitiendo que su hija se introduzca en las aguas del emprendimiento familiar, aportando y apoyando un negocio no relacionado al de la empresa matriz. Pero a usted: ¿En cuál lógica le gustaría vivir?