Por siglos, las familias han buscado su desarrollo y perpetuidad. Para lograrlo decidieron, de acuerdo con sus historias, valores y costumbres, emprender diferentes aventuras; en ellas fueron descubriendo oportunidades y, desde luego, amenazas. Pero ¿qué tienen en común algunas de estas historias que hoy podemos conocer, e incluso, admirar? Lo que tienen en común es una visión clara del porqué y adonde quieren llegar.
Buscando la lógica detrás de la construcción de los grandes legados empresariales en México, no podemos dejar de identificar a importantes personajes que dedicaron su vida a mejorar el bienestar de muchos, no solo de su propia familia. Son y fueron hombres y mujeres que brillan por su calidad humana y ciudadanía comprometida, no solo por las riquezas que han sido capaces de crear, sino por un legado que trasciende el ámbito empresarial y nutre a una sociedad dispuesta a contribuir a la causa original de crear bienestar para todos los grupos de interés (dueños y accionistas, empleados, proveedores, clientes y gobierno).
En cada geografía de nuestro territorio encontraremos a estos personajes; su entorno, su contexto histórico y sus valores fueron determinantes para realizar sus sueños. Nada fue casualidad, sino causalidad. Respondieron con determinación a las oportunidades que tuvieron frente a ellos. Por ejemplo, en el norte de nuestro país desde principios del s. XX aprovecharon la cercanía con los Estados Unidos de América para producir y comercializar bienes con los estándares de calidad esperados por una de las economías más poderosas de todos los tiempos. El liderazgo empresarial desde entonces ha sido la piedra angular que ha logrado reunir recursos, talento, ciencia y ciudadanía para enfrentar los grandes desafíos de la historia. Han hecho de la actividad económica el mecanismo que transforma los “intercambios comerciales de oportunidad”, a relaciones duraderas y de generación de confianza entre productores y consumidores.
Y aunque los pronósticos de diversos analistas (expertos, bancos e instituciones) para el desempeño de la economía mexicana en el 2020 oscila entre el 0.7% y 1.2%, debemos apostar con optimismo razonable que la eficiencia empresarial y la firma del tratado comercial con Estados Unidas y Canadá (T-MEC) abonará a la certidumbre mínima necesaria para atraer inversión privada a nuestro país y con ello la posibilidad de revertir las tendencias negativas de crecimiento. También se hace necesario entender los altos costos de oportunidad que estamos pagando por la falta de continuidad de las empresas y su alta mortandad, para que antes de claudicar se analice y se proponga un “cómo sí” en el quehacer empresarial.
Observar con inteligencia las tendencias globales y cómo la tecnología interviene en la ecuación para responder con agilidad, son solo algunas recomendaciones para aprovechar los cambios y ser protagonistas de una transformación que ofrece múltiples oportunidades. Estar preparados con una visión de largo plazo y una mentalidad de hacerla en grande por lo que hacemos y cómo lo hacemos es sin duda un gran paso.
Familias completas en todos los rincones del país buscan hoy día transferir su legado. Preparar a las futuras generaciones en la responsabilidad y compromiso que implica recibirlo es una tarea pendiente. En un estudio realizado por la firma internacional PricewaterhouseCoopers (PwC) en 2018, sobre planes de sucesión, solo el 16% de los 2,400 empresarios familiares de 40 países encuestados tenían un plan de sucesión discutido y documentado. El gran reto de las empresas familiares en el mundo sigue siendo la entrega del control a la siguiente generación, y razones son variadas; la realidad es que es muy poco el tiempo que se le dedica a la generación de consciencia en la construcción y transferencia de un legado que les permita permanecer en el tiempo por generaciones.
Consulta más información en este artículo de la revista Forbes.