Hoy tuve la oportunidad de conversar con un gran líder empresarial, ciudadano ejemplar y persona de gran corazón; por supuesto que no revelaré su nombre por principio de confidencialidad, pero sus reflexiones que tan generosamente compartió conmigo son detonantes para las siguientes líneas y confío resuenen en la consciencia de mis amables lectores.
Es frecuente pensar que la razón de ser de las organizaciones con fines de lucro es la maximización de utilidades, o la creación de riqueza, o alcanzar el liderazgo en el mercado que se compite. A cada objetivo le hace falta algo, y ese algo más que una moda o cliché es lo que puede hacer la diferencia en la verdadera transformación de realidades que tanto necesita nuestra sociedad:
- Optimizar beneficios, no solo maximizar utilidades
- Distribuir la riqueza, no sólo crearla y dejarla en manos de unos cuantos
- Crear valor de mercado de manera consciente y responsable
Construir empresas con propósito facilita la creación de una visión compartida de largo plazo, responsable e inspiradora; con oportunidades de soñar en grande, de transformar realidades, de ser parte de una historia.
Porque trascender haciendo empresa puede significar mucho más que agrandar un patrimonio, es dejar huella con las acciones, es preservar un prestigio construido a lo largo de los años y llegado el momento, transferir ese legado a las siguientes generaciones. Es una forma de vida, un comportamiento humano que reconoce la libertad y que celebra con responsabilidad el haber logrado sueños que antes fueron solo eso y que como familia han transformado en realidad.
La tarea es ardua al mismo que fascinante; se trata de no claudicar en lo que creemos, de tener claridad en nuestros ideales, de tocar la felicidad pero sobretodo de alcanzar la plenitud.