En la gestión como en la dirección de organizaciones, surgen liderazgos tan diversos como estilos en la toma de decisiones podamos encontrar en las personas responsables de alcanzar el sueño o proyecto de un determinado colectivo de seres humanos.
En 2005 tuve el privilegio de conocer a uno de los líderes de pensamiento que más han influido en mi entendimiento de las dinámicas sociales en distintos contextos. En esta ocasión, me refiero a mi amigo y mentor Henry Mintzberg (https://mintzberg.org/), quien en la década de los noventa realizara una investigación del estilo de toma de decisiones y a partir de sus hallazgos ha podido resolver enigmas sobre liderazgo.
Mintzberg refiere tres estilos de toma de decisiones: 1. “thinking-first” (analítico), 2. “seeing-first” (visionario) y 3. “doing-first” (pragmático). El primero, lo podemos entender al relacionarlo con el método científico trasladado a la práctica de toma de decisiones; para hacerlo, debemos tener claro a dónde queremos llegar (objetivo), considerar y evaluar cada alternativa posible, reconocer los criterios de elección y decidir.
El segundo estilo es menos ciencia y más arte, socialmente más sensible, y, por lo tanto, es capaz de imaginar escenarios futuros y sin explicación decidir intuitivamente para lograr un objetivo. El tercero obedece a la necesidad de la persona que toma la decisión de experimentar confiando en su experiencia- por corta o larga que esta sea- y un poco más “a prueba y error” va construyendo sus caminos en la toma de decisiones, y así su experiencia de vida.
Entender estos 3 estilos de toma de decisiones debe ayudarnos a comprender que los liderazgos son en todo caso desarrollados por seres humanos que se sienten más o menos cómodos con cada uno de estos estilos de toma de decisiones.
Construir equipos con estilos diversos ofrece grandes posibilidades de avanzar con mayor determinación y compromiso para el logro de objetivos de una organización sin importar su tamaño o complejidad.
Conforme avanzamos en los distintos caminos de nuestras vidas, podemos reconocer que la forma en la que tomamos decisiones se ve influenciada por las consecuencias provocadas.
A edad temprana, cuando elegimos qué estudiar (carrera universitaria) las implicaciones son a nivel individual, pero no es siempre de manera analítica (enfoque que nuestro sistema educativo ha favorecido), por lo que a quienes su estilo se puede identificar más visionario o pragmático le puede generar ansiedad o incluso sentirse incomprendido porque su forma de tomar decisiones no es del todo analítica o convencional.
Cuando nos incorporamos a la vida profesional, y eventualmente hacemos equipo, tendemos a buscar personas compatibles en estilo; sin embargo, identificar complementariedades genera mayor valor e inclusión de perspectivas. Comprender las diferencias y actuar de manera ágil y flexible ha demostrado que genera posibilidades y por lo tanto competitividad en los mercados.
Conforme vamos ocupando roles de liderazgo en las organizaciones, vamos construyendo el carácter como consecuencia de logros, pero también de tropiezos.
En la adversidad nos ponemos a prueba, viviendo temores y miedos a lo desconocido; tomar decisiones siempre será esperanzador, pero al mismo tiempo doloroso. Recientemente, un colega y amigo me recordaba que “un líder se pone a prueba cuando toma decisiones complejas.Que a veces duele y que debemos actuar con integridad y benevolencia”. Y aunque estoy totalmente de acuerdo en la reflexión que me invitaba a experimentar, no siempre es sencillo obedecer a la razón y al afecto simultáneamente.
En el área de las empresas familiares existen dos retos por excelencia: la continuidad y la trascendencia. La toma de decisiones cobra especial relevancia, pues el proceso heroico que implica el pase de estafeta requiere de formación de carácter y generosidad para decidir quién será el sucesor o sucesora.
De igual manera, la trascendencia es definida acorde al estilo de liderazgo que se ejerce; cómo queremos dejar este mundo cuando ya no estemos, hasta dónde puede llegar nuestro legado.
La preparación y entrenamiento para la toma de decisiones depende de cada uno, y obliga a conocernos y propiciar contextos adecuados para movernos con un liderazgo que construya futuros prósperos.
SOBRE LA AUTORA
María Fonseca es Directora del Instituto de Familias Empresarias para México y LATAM, del Tecnológico de Monterrey.
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