Sin duda, uno de los problemas más frecuentes en las empresas familiares tiene que ver con la tendencia natural de confundir y mezclar los asuntos empresariales con los familiares. Esta mezcla se entiende y hasta se aprovecha en la etapa inicial de todo proyecto empresarial emprendido. Sin embargo, el reto aparece cuando se evoluciona sin planear y ocurre el anhelado crecimiento, las oportunidades que no dejan de mostrarse y el hombre/mujer orquesta disfrutando del espectáculo que son capaces de desplegar. Y por ficticio que parezca, esta es una de las causas de mortandad de las empresas familiares más inesperada.
Las familias empresarias, a veces incluso sin proponérselo de origen, van construyendo un patrimonio y con ello enfrentando los retos de su planeación y administración. Así como la empresa evoluciona para dejar de ser el emprendimiento de una sola persona o familia, más temprano que tarde se debe acceder a la profesionalización; esto significa establecer sistemas de información, contar con controles de operación y seguridad, identificar a las personas adecuadas para cada una de las funciones de la empresa, garantizar la transparencia a través de órganos de gobierno que funcionen, gestionar el patrimonio, entre otras cosas.
En esta ocasión toca poner atención al componente de Legado y Patrimonio* que se construye para trascender múltiples generaciones. La gestión adecuada del patrimonio de una familia empresaria requiere de mecanismos que permitan diferenciar entre el patrimonio empresarial y el patrimonio familiar. Para cada tipo de patrimonio se deberán enlistar todos los activos tangibles e intangibles que se posean, así como los pasivos o deudas correspondientes. Se debe identificar a las personas que serán los custodios de ambos patrimonios, quienes además deberán prepararse con responsabilidad y mentalidad de crecimiento. En otras palabras, institucionalizar la gestión patrimonial debe ser una responsabilidad de cada familia empresaria que construye una riqueza para múltiples generaciones. La institucionalización en el asunto patrimonial invoca a la creación del concepto del family office, como para la familia se crea el consejo o concilio familiar y en la empresa o grupo empresarial son los consejos consultivos y de administración.
Otro pilar importante para la construcción de riqueza es la definición de una fórmula financiera (crecimiento, riesgo, rentabilidad y liquidez) que se haga cargo de las expectativas y responsabilidades de la familia de cara a la continuidad a través de sus actividades empresariales y de impacto social. Esta fórmula financiera es el resultado de una planeación estratégica que conducirá al logro de los objetivos de mediano y largo plazo. Resulta imprescindible contar con los profesionales -familiares o no familiares- que resuelvan los temas relacionados con obligaciones tributarias, mecanismos de inversión y endeudamiento, oportunidades de diversificación, entre otras estrategias financieras, de tal manera que las decisiones estratégicas sean tomadas con la debida información y alineación de objetivos.
La frase “Uno no puede amar lo que no conoce” la escuché de un empresario cuando hablábamos de la necesidad de cultivar el amor por lo que se hace y no sólo hacia las personas. Al contrastar esta idea con la construcción de un legado, no puedo estar más de acuerdo; y es que conforme la familia crece, sus miembros tendrán que elegir entre múltiples opciones, no sólo la de operar los negocios familiares. Por lo tanto, si el deseo es construir una riqueza perdurable se deben preparar para desarrollar una mentalidad de custodia en todos y cada uno de los miembros familiares. Ser custodio significa conocer y querer para proteger: conocer y vivir los valores de la familia, prepararse como dueño e inversionista, decidir en qué rol se agregará valor al legado que se va construyendo, entre otras cosas.
Estos cuatro pilares: profesionalización, institucionalización, fórmula financiera y mentalidad de custodia (stewardship) deben ser atendidos con alta prioridad desde el momento que se construye una visión de largo plazo en la familia empresaria.
Por último, es imprescindible definir y comunicar el propósito de la riqueza que se va construyendo, pues en ocasiones las múltiples interpretaciones conllevan a diferencias que acaban en disputas o resentimientos casi imposibles de sanar. Conocer el para qué se tiene lo que se tiene en una familia empresaria abre espacio para incorporar las distintas dimensiones que se reconocen en determinado legado, como pueden ser los valores de familia, las relaciones, el prestigio y el reconocimiento social, además de lo financiero.
SOBRE LA AUTORA
María Fonseca es Directora del Instituto de Familias Empresarias para México y LATAM del Tecnológico de Monterrey.